Trazar caminos hacia un futuro sostenible y territorios resilientes
El impacto ambiental causado por la actividad humana ha generado importantes debates sobre cómo trazar caminos hacia un futuro sostenible y territorios resilientes frente al cambio climático. Como lo expone Elena Bennet (2016), las narrativas actuales sobre el futuro suelen oscilar entre visiones distópicas de degradación irreversible o utopías demasiado optimistas, ambas, dejando un vacío y cierta parálisis para la creación de rutas plausibles hacia la sostenibilidad. Frente a esta realidad, Bennet subraya la importancia de conocer, resaltar y enfocarse en las esperanzas que surgen de experiencias exitosas en diferentes partes del mundo, contextos y escalas, que permiten identificar los valores y procesos clave para construir una mejor relación entre el ser humano y el medio ambiente. Esta perspectiva busca acercar a la creación de rutas hacia la sostenibilidad y la regeneración, y se propone la creación de escenarios futuros como una herramienta clave para imaginar y aterrizar caminos claros y realistas hacia un futuro más armonioso con la naturaleza y transformaciones positivas.
Dentro de esta visión, la educación ambiental se convierte en un pilar fundamental para lograr este cambio. No se trata solo de transmitir información sobre el medio ambiente, sino de empoderar a las comunidades para que comprendan los desafíos climáticos y adopten prácticas sostenibles que impulsen un cambio tangible en su región. Al conectar el conocimiento con la acción, la educación ambiental fomenta un compromiso activo y la capacidad de las personas para tomar decisiones que influyan positivamente en su entorno. De la mano de esto, va también la planeación participativa que refuerza este enfoque. Cuando las comunidades se involucran directamente en la creación de estrategias de adaptación y mitigación, se garantizan soluciones más efectivas, alineadas con las realidades y conocimientos locales a la par de que se fortalece el tejido social y se asegura que las soluciones no solo sean viables, sino sostenibles a largo plazo.
Una herramienta innovadora dentro de la educación ambiental y planeación participativa es la visualización de escenarios futuros. A través de simulaciones, recorridos, mapas y ejercicios participativos, las personas pueden imaginar cómo los paisajes y modos de vida podrían evolucionar en diferentes escalas temporales y bajo diferentes tipos de impactos climáticos, así como definir acciones, alianzas estratégicas y pasos a seguir para accionar y construir territorios más resilientes.
Esta práctica la hemos realizado en el marco del proyecto de restauración de la Laguna de Apan, ya que esto ayuda a las comunidades a visualizar caminos hacia la regeneración del cuerpo de agua y su entorno, involucrando a escuelas, ejidos, gobiernos y empresas en un esfuerzo colectivo. La visualización de futuros posibles, no solo nos permite comprender los desafíos actuales, sino también actuar de manera conjunta para transformar el futuro.
Referencias:
Bennet, E. M. (2016). Bright spots: seeds of a good Anthropocene. Frontiers in Ecology, 441-448.
Apan Paisaje y Resiliencia, 2022. Plan de acción.
Lang et al. (2012). Transdisciplinary research in sustainability science: practice,. Sustainability science: bridging the gap between science and society (Suplement 1), 25-43